miércoles, agosto 18, 2010

Disciplinando a otros


Hace poco leía acerca de la disciplina en el libro de Joyce Meyer “Eat the cookie .... buy the shoes” (Come la galleta y compra los zapatos).

En el libro (que leí en su versión en ingles) casi no encontré información nueva. El libro cubre áreas que creo que Dios ya ha estado trabajando en mi vida, pero es un buen libro que creo ayudara a algunas personas. El libro habla sobre como tener más gozo y no vivir en recriminaciones, estrés, complejos de culpa y con tristeza.

Muchas veces al venir a la vida cristiana muchos de nosotros nos volvemos “legalistas” o personas severas que olvidamos la dicha de vivir. La mayoría de las personas en la actualidad creen que se merecen todo, y no necesitan leer este tipo de libros, pero al final del mismo Joyce menciona la temida palabra disciplina y explica porque es importante y porque debe de ser una fuente de gozo y no de tristeza.

En lo personal encontré unos párrafos que me tocaron, y creo que ya he aprendido esta lección, pero a veces se me olvida. Es una lección importante en la vida:

Algunas personas alcanzan disciplina en alguna área de su vida y quieren enseñar a tragos y empujones esta disciplina a otras personas. Joyce pone el ejemplo de tomar café. Hay quienes creen que tomar café es malo y quieren darle a lección (sin ser solicitada) a otras personas. Joyce dice que a ella el café en moderación no le causa problema, lo sabe porque lo dejo de tomar y no vio cambios en su vida, así que regreso a tomarlo y no aprecia que otros vengan a decirle no tome café que es veneno.

Yo también he querido compartir lo que he aprendido y me ha ayudado con otros. Pero de compartir a convertirse en una peste o en alguien que juzga constantemente hay una gran diferencia y a veces he cruzado la raya entre estas. Cuando aprendemos algo útil o nos disciplinamos en algo que nos ha ayudado mucho, como hacer ejercicio, podemos compartir nuestra experiencia con entusiasmo con otros pero no es recomendable esperar que todos los demás vengan y hagan ejercicio con nosotros y si no lo hacen les empezamos a reclamar y a tratarlos como algo inferior.

Todos recibimos lecciones de Dios en diferentes áreas de nuestras vidas, porque es donde más lo necesitamos. A veces por amor, otras por arrogancia o por quien sabe que queremos imponer nuestras lecciones en otros o cansarlos con recomendaciones, pero esto no logra nada. Es preferible orar con humildad, como Joyce lo recomienda, por estas personas, aplicar auto control y tener sabiduría que pasárnosla predicándoles porque esto no da resultados positivos. Hay que también recordar que Dios nos guía a todos y hay que tener respeto por cada persona. A su tiempo Dios enseña las lecciones a quien quiere aprenderlas.

1 comentario:

  1. Anónimo11:53 a.m.

    Este tema es duro pero creo igual que tú que no hay que juzgar ni pasarnosla tratando de catalogar a la gente.

    Si una esposa duda del esposo debe buscar ayuda

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