Probablemente ya te sabes este cuento pues es muy usado para predicar, pero es interesante:
Se cuenta que una vez hace más de 2000 años en Jerusalén un burro muy limpio y atractivo entró al establo donde se encontraban varios burros. Este burro entró con mucha soberbia, con gran estilo y mostraba una sonrisa de oreja a oreja.
Los otros animales en el establo se quedaron perplejos y se decían entre si “y este, quien es, ¿qué se cree?”
De pronto el burro orgulloso empezó a hablar y les contó “Oh me hubieran visto, cuando entre a Jerusalén me ponían ramas para que caminara, la gente me gritaba lo maravilloso que soy, fue todo un espectáculo, me recibieron como a un rey triunfador, me gritaban Hosanna, hosanna”
Los otros animales le preguntaron ¿estas seguro que fue a ti, o al que montaba sobre ti?
Ya entendiste verdad, este era en el cuento el burro sobre el que monto el señor Jesús al entrar en Jerusalén en el domingo de ramos.
La moraleja por supuesto es que la gloria es para Dios y no confundamos la gloria de Dios en nuestra vida por nuestra propia gloria.
Sin lugar a duda alguna pequeña gloria tenemos pero la gloria más grande es la gracia del señor sobre nosotros. Entre más dejamos que actúe Dios y que brille en nuestras vidas más felices, llenos y triunfantes somos y es nuestra responsabilidad darle a Dios la gloria que merece.
foto: http://www.hamertondonkeystud.com/jennies/
-
No hay comentarios.:
Publicar un comentario