La Biblia nos dice que una viuda en tiempos de Elías le dio a este profeta un lugar donde vivir y compartió con él lo que ella pensó era el ultimo aceite y harina que tenia. Había gran hambruna en su país y la viuda era pobre y tenia un hijo. Estaba resignada a morir de hambre, pues no tenia dinero para mas comida.
Un extraño se asomó a su puerta para pedirle cobijo. La viuda decidió escuchar a Elías, tener fe y compartir con él los últimos alimentos. Al hacer esto ella se arriesgaba a que ella y su hijo morirían de hambre unos días antes de lo esperado.
Un gesto muy noble compartir con un extraño el ultimo pedazo de comida. Dios ve como esta viuda alimenta a su profeta y un milagro ocurre el aceite y la harina nunca se acaban. La viuda, su hijo y el profeta Elías siempre tienen comida hasta que la situación mejora.
A pesar que Dios hace el milagro de siempre proveerle alimento a la viuda es un acto de fe cada día. La viuda ve como el aceite ya casi se acaba pero al siguiente día va y saca más. Y el aceite nunca se acaba lo mismo la harina.
Dios no le dio a la viuda todo el aceite y la harina que necesitaría de una sola vez. Se la dio conforme la necesito.
En la vida cristiana a veces pasa lo mismo en tiempos de necesidad la luz se ve a medida que caminamos de esta forma aprendemos a tener fe y caminar con Cristo.
Con la lección también aprendemos que en la vida cristiana no podemos pensar solo en nosotros mismos. El mundo tiene gran necesidad y todos podemos ayudar.
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